Capitulo: 14 Somos Uno

Capitulo: 14 Somos Uno

Entramos a la enorme casa a la que aun no me acostumbraba, porque era demasiado para mi, por lo menos iba a pagar la mitad, ese era el trato.

Michael: Es temprano, que quieres hacer?

____: Pues, se supone que deberíamos celebrar por nuestra nueva casa, no?

Michael: es una buena idea, que te parece si…  bebemos algo, ponemos música y… no se…

____: Creo que eso es perfecto.

Fue a la cocina y trajo una botella de vino, dos copas y puso la música bajita, lo suficiente para que solo nosotros pudiéramos escucharla.

Tomamos unas cuantas copas, luego se levanto (estábamos sentados en el suelo) me tomo de  la mano y me atrajo hacia él.

Sonaba i´ll be there me tomo en sus brazos y empezó a mecernos de un lado para otro, me cantaba al oído, cada frase adquiría un nuevo sentido.

Me la estaba dedicando, nadie en este mundo podía tener la suerte que tenía en estos momentos, era el hombre perfecto y me estaba cantando solo a mí, podía mejorar esta noche? No, no lo creo?

Se alejo un poco de mi y mirándome a los ojos…

Michael: Te Amo, me has regresado la capacidad de amar y no sabes cuánto te lo agradezco.

____: Yo te Amo mucho más y si no fuera por ti en estos momentos no sé donde estaría.

Michael: Te Amo, te quiero… yo…

No pudo terminar la frase, junto sus labios con los míos de una manera desesperada, yo sentía la misma desesperación.

Tomo mis brazos entre sus manos, y recorría mi cuerpo, luego tomo mi cintura y la apretó con fuerza al mismo tiempo que presionaba con más insistencia sus labios contra los míos.

____: Te quiero... ahora.

Dije mientras metía mis manos debajo de su camisa.

Michael: Estas… segura?, quieres que sea yo el que quede gravado en tu memoria y en tu piel, para siempre?, me estas eligiendo a mi?

Dijo con los labios aun pegados a los míos.

____: Solo estoy segura de una cosa en el mundo, solo sé que eres tú al que he elegido, quiero tanto que seas mío como deseo ser tuya.

Michael: es todo lo que necesitaba oír.

Hizo dos cosas a la vez, primero volvió a besarme (con fuego en las venas) y en ese mismo instante paso su mano por detrás de mis rodillas levantándome hasta llegar a su perfecto pecho.

Camino, no sé cómo, pero llegamos al dormitorio, me puso sobre mis pies sin dejar de besarme, me rodeo con sus brazos, beso mi cuello y pude escuchar su respiración agitada, me hizo estremecer.

Sus besos ya no eran tiernos, transmitían puro fuego y pasión.

Le rodee el cuello para atraerlo más a mí, sentía su cuerpo contra cada centímetro de mi piel ardiente, mis manos temblaban pero no dudaron en desabotonar su camisa, se encogió de hombros y se la quito por completo quedando tirada en el suelo, mis manos avariciosas tocaban su pecho perfecto, nunca podría amar a otro hombre en mi vida, de hecho él era el único hombre que veía, los demás eran simples imitaciones del molde perfecto creado por Dios: Él, solo él.

Como hizo antes me tomo en brazos y me llevo hasta la cama, me recostó con suavidad, como si fuera de vidrio y temiera que se le rompiera.

Nuestras ropas debían estar por toda la habitación, ya ni siquiera recordaba que demonios significaba eso.

Mi piel era más sensible bajo sus manos, no se parecía a ninguna sensación que haya tenido en mi vida.

Él poseía la capacidad de darle vida a cada centímetro de mi piel.

Tenía sensaciones tan intensas que, a cada segundo atraían mi atención en un millón de lugares distintos de mi cuerpo. Él poseía el cuerpo más hermoso del planeta, del mundo, de todos los tiempos.

Me quitaba el dolor con sus besos (ese dolor que causaba el ser nueva en estas experiencias), fue tan tierno y cuidadoso como ardiente y pasional.

En ningún momento deje de presionar mis manos contra sus hombros y su espalda, y el no soltaba mi cintura, de vez en cuando presionaba la parte más baja de mi espalda para acercarme mucho más a él.

Bese cada centímetro de su piel así como el beso mi cuerpo completo, nos besamos hasta la sombra y no nos parecía suficiente, ambos queríamos más.

Esa noche había entrado a nuestra casa como una chiquilla y ahora entre sus brazos era una Mujer.

Él tenía la capacidad para hacerme vibrar, era tan apasionado que dudaba que mi cuerpo resistiera un segundo más entre sus brazos, tenía la sensación que en cualquier momento me convertiría en polvo.

Tenía una necesidad irremplazable de su cuerpo, mientras me repetía una y otra vez que me amaba…

Michael: Promételo, júrame…

____: Lo que quieras…, dime… lo que quieras… y lo tendrás.

Michael: Júrame… que… siempre estarás… conmigo, que nunca… me dejaras, júrame… que… siempre me Amaras.

____: Te juro… que siempre te Amare, siempre… estaré contigo, jamás me separare de ti,… lo juro.

Michael: Jamás te… dejare de amar, te lo juro, no… dejare que te… apartes de mi… Jamás.

Fue lo único que pudimos decir, el resto de la noche no pude decir nada coherente, de mi boca y de la suya solo salían sonidos sin sentido.

Su aroma inundaba todos mis sentidos, era más fuerte que cualquier otra cosa y me embriagaba, haciéndome querer más, mucho más, jamás sería suficiente, siempre iba querer más de aquel hombre que me hacía perder la cordura, podía haberse desatado un incendio y no me hubiera dado cuenta, es más sentía que mi piel ardía como si ya estuviera en medio de un incendio.

Temblaba y no era de frio, el vibraba y ese movimiento trajo sensaciones bastante intensas.

Amaba a este hombre, el único hombre con el entrelazaba mi cuerpo de esta manera, jamás había sido tan feliz, tenía mi cuerpo conectado de una forma imposible con el ser más perfecto del mundo, con el amor de mi vida, con mi ángel, mi milagro personal, Michael, y repetí su nombre toda la noche, como él repitió el mío,… toda la noche…

Me había confundido al decir que la noche no podía ser más perfecta, él hacía que a cada minuto subiera de nivel.

Lo último que recuerdo fue mi cuerpo lleno de sudor (no solo el mío, tenía más sudor de él en mi cuerpo)

 y la sensación de cansancio, muy parecida a cuando terminas de correr una larga maratón y aun no llegas a la meta, recuerdo que me acomode en su pecho y él me apretó muy fuerte rodeándome una vez más con sus brazos.